jueves, 9 de abril de 2009

La alimentación del caballo



La dieta natural de un caballo consiste en hierba y vegetación, lo que contiene grandes cantidades de fibra, comiendo pequeñas cantidades repetidas veces.
Sin embargo hoy día, los caballos llevan un estilo de vida muy distinto al de sus antecesores. Pasan la mayor parte del día en una cuadra, sin posibilidad de pacer libremente. Los sistemas de alimentación que se llevan a cabo, le proporcionan alimentos concentrados, y poca fibra, dando como resultado caballos propensos a sufrir cólicos, infosura o laminitis, así como problemas de carácter. Aunque ésto es difícil cambiarlo, por nuestro modo de vida, sí es importante que el propietario del caballo conozca algunas cosas fundamentales sobre la alimentación, para poder elegir así, lo más adecuado para su caballo.
El alimento más popular ha sido siempre la avena, junto con la cebada, maíz, salvado de trigo, remolacha, habas y algarroba.
Un caballo que realice un trabajo ligero, puede mantenerse de forma aceptable, sólo con un heno de buena calidad, pero cuando no se tiene esta posibilidad, la forma más barata y cómoda de hacerlo, son las mezclas de cereales, y un poco más costosa, los piensos ya elaborados.
Ya sea por comodidad o cuestión económica, debemos asegurarnos que estamos proporcionando a nuestro animal los nutrientes que necesita según el momento, porque no necesita lo mismo un potro de 8 meses, que un caballo adulto que sale de paseo los fines de semana, que un semental en plena época reproductiva.
La avena es el cereal más seguro para el sistema digestivo del caballo. Es una buena fuente de energía, con un nivel aceptable de fibra. El almidón de los cereales puede ser causa de un aumento de “nervios” en el caballo.



Las mezclas o “mixturas”, tienen alrededor de un 25 % más de almidón que un pienso compuesto, con un 10 % aproximadamente.
Pero si sólo se da avena, la dieta es deficiente en ciertos nutrientes. Es rica en fósforo y baja en calcio, y también carece de las vitaminas y minerales esenciales para el desarrollo de los tejidos y la óptima función de los músculos. Es rica en vitamina E, importante para la reproducción.
En el caso de los potros y yeguas lactantes, puede complementarse con alfalfa, que es rica en calcio, equilibrando la ración.
En España hay avena blanca y avena negra, y aunque a nosotros nos resulta más familiar la blanca, en Francia es más popular la negra. La calidad nutritiva no varía por el color, si no por el lugar de cultivo y sus condiciones.
La cebada es otro cereal base. Tiene mayor energía que la avena, es preferible chafada o rota para aumentar su digestibilidad. Tampoco contiene los niveles de calcio y fósforo recomendados, ni los minerales.
El salvado de trigo tiene un altísimo nivel de fósforo, por esta razón no se debe dar a caballos jóvenes, en crecimiento. Es, sin embargo, un buen elemento para añadir fibra, prevenir cólicos y mejorar la digestión.
La remolacha es rica en fibra, y proporciona una cantidad de calcio suficiente. Es necesario ponerla a remojo para evitar problemas digestivos.
Los guisantes, habas, y algarrobas son fuentes de proteínas y tienen niveles altísimos de energía, han de utilizarse con precaución. Así como el
maíz, que mejora notablemente la condición de la capa, pero no debe exceder el 5 % de la ración, y siempre machacado o en copos.
Los aceites de soja, maíz o girasol son muy apetitosos. El aceite contiene 2,5 veces más de energía que su misma


cantidad de cereales, y no “calienta” al caballo.
Son muy digeribles y dan muy buenos resultados en cuanto a la mejora de la condición corporal, la prevención de problemas digestivos, y además retrasa la aparición de fatiga.

Determinar las cantidades
Para elaborar una ración debemos saber cuánto pesa el caballo. Cuando se tiene una estimación más o menos precisa, podemos calcular lo que necesita el caballo, que es un 2 % de su peso total.
Es decir, un caballo de 500 Kg. de peso, debe comer 10 Kg., en cuanto a pienso y forraje. Pero, ¿cuánto de uno, y cuánto de otro? Ésto se calcula según el trabajo que realice. Si el caballo no trabaja, solo requiere un mantenimiento, debe comer un
80 % de forraje, y un 20 % de pienso. El forraje puede ser pasto, heno, ensilados, paja…Un caballo que realice un paseo de dos horas diarias, debe comer el 30 % de pienso y un 70 % de forraje. Con un entrenamiento constante durante toda la semana, 40 % de pienso y 60 % de forraje. Solamente en caso de intensos entrenamientos o en la competición se le administrará ambos por igual, es decir 50% de cada uno.
Cuando la ración de pienso está por debajo del 30 % del total que come el caballo, no proporcionará suficientes niveles vitamínicos, y se debe suplementar con algún complejo multivitaminico, que asegure que el caballo reciba todo lo necesario.
















Las 10 “reglas de oro” de la alimentación equina

1. Suministre suficiente forraje. Al menos un 50 %.
2. Alimente al caballo según el trabajo que haya realizado, no el que vaya a realizar mañana.
3. Asegúrese de que hay agua limpia y fresca disponible en todo momento.
4. Suministre el alimento en pequeñas cantidades, varias veces al día. Una comida no debe tener más de 2 Kg de peso, de alimentos concentrados. Mejor tres comidas al día que dos.
5. Dar un pienso de buena calidad. Un pienso barato, suele usar ingredientes baratos.
6. Es preferible no almacenar los productos mucho tiempo, para estar seguros que están frescos en todo momento.
7. Debe conocer el peso del pienso que cabe en la medida utilizada habitualmente, de este modo le dará a su caballo exactamente lo que necesita.
8. Cualquier cambio en la dieta debe realizarse siempre de manera gradual, durante varios días.
9. Los horarios deben ser siempre los mismos. Los cambios de horario son muy peligrosos, aunque a nosotros no nos guste madrugar los domingos.
10. Debe transcurrir más de una hora desde que el caballo termina de comer hasta que comience a hacer ejercicio, y una hora después de trabajar para darle de comer.